sábado, 5 de noviembre de 2011

PRESENTACIÓN











ALMADEROS









(reflexiones por la contemplación de unos maderos)













el alma de un madero




22 + 23 + 24







Fernando Reyes Franzani









                                      a PABLO REYES FRANZANI
                                               que las inició
                                               bajo otra forma
                                               igualmente tan poco asible.

I Astillas en el tiempo

I Astillas en el tiempo






1



Astillas en el tiempo




¿Qué hereda la palabra ardida de otra construida forma extraña?
Soñar /y herido/ ¿la captura fértil o la riqueza esquiva?

Si así no fuera en sombra ¿preocupar la memoria a qué palabra?
¿o envidiar el momento? ¿el instante que arde?
y descifra por los ojos cábalas propuestas manos artesanas
y magas /la mente soñadora perdurable y ardua?

No se trata de la Belleza ni del durar efímero
Eso se acabó con Afrodita

Como oyes       no somos más que durmientes       y podridos
torturados por el tiempo      por el uso empecinado
y la codicia.

Quise relacionar con ellos
entablar diálogo proscrito
intuir su tiempo       adentrar la fibra
permanecer      mientras ellos inquieten la memoria

¿A qué la premura      hermano desatento      de aquietar el infinito
que torpemente nunca atrapas /el instante que fluye y no se cansa?

Hacia allá somos llevados:

¿Cuán confortante legar reflejos de uno mismo
si seremos reintegrados a la noche del silencio y de las sombras?

¿A qué ese afán de espejos que retornan sombras ni certezas?

No seremos sus amantes quienes en ellos lo pregunten
si preguntan.


ALMADEROS


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II LAS RAÍCES en la vida

las raíces en la vida



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LAS RAÍCES en la vida




Hubo una vez y un día, un madero del sur nativo
condena a empapar de sudor ajeno:
coágulo sustento de míseros salarios,
sustrato de ajena ganancia suculenta.

Soportar los fríos, la troca huraña,
el viento, la espera,
el sol ganado,
de otros sudores, no aquellos en gozo prometido,
rudos de cambio avatares,
otras lágrimas vanas,
pampa ajena, lejana y terca,
ni blanca, ni seca,
viva y mustia de colores,
extraña al desatento, para los como él ajenos.

Sin por tanto sufrimiento considerado duela por nadie solidario.

¿Quién los genios de la ausencia desatan la gratuita tarea destructiva?
¿Quién siguiendo su universal destino de termitas?
¿Quién dormidos durmientes se preocupa?
¿Quién, de cualquiera dicen, angustian los demás y gimen?
Si tal vez de los perros, ¿puesto que no hablan?

Un día, un incierto en torpeza de esperanza,
un día atrapado como forma interna que se yergue extraña,
como huida congela el tiempo miserable y su huella,
manos ciertas le tomaron para nueva dicha,
arcano sufrimiento.

Oye, yo quería, innovar, como los antiguos,
los ya humanos demasiados,
un antiguo moderno que conoce de las cosas y secretos,
y las cuida.

No por ellas: salva por nosotros mismos.

A pesar del mercado, imperativo, del ser global y ajeno,
el ser que abomina de las rosas.

Me tienes harto del mercado. Yo era el individuo.
Si hasta las minas van a dar la troca ingrata,
 – de su ser corrupto –

por la sal,
y la sed, el interés esquivo,
y los años placenteros,
el olvido origen, y perturbado símbolo,
el no azar,
su ser calculable, su no ser definitivo,
un destino de caldera,
– imagen infernal del desosiego –
abruptamente, y silencio,
el que sigue a la insondable.

Algo había en ellos y quise sacarle a sombra para su denuncia.

¿O algo había en mí y esperé esconderlo?

Como cuando das confianza y te muestran lo mejor.

Ah, estás hablando de minas de ley alta?

No, hombre, ¿qué te pasa que no piensas más que en ellas?
¿en sus aciertos fortuitos y bellezas duraderas nada?

¿Nos ocupa en verdad de alguna cosa otra y sueñas?

Ah, el dinero, siempre el dinero,
siempre el invisible que rastros no deja,
pero hincha la cintura
y todo mueve a su destierro,
hasta la belleza ingrata, y la belleza oscura.

Desde entrañas, ancianas ciertas, y corruptas nuevas,
la sutil forma poderosa devela antigua,
como si mil años contenidos,
¿como si la esencia no revela y concreta dura?
como si la llama inquieta busque su concierto:

No puedes negar que te gustan de gloriosas,

su destello atrapado en la madera,
instante encierra en la fluyente de los sueños.

“Ah sí, siempre he soñado con la Paula ajena”.

Su forma tierna,
su tersura agria,
sus aristas de deseos, como mariposa armada,
sus volúmenes ocultos en despliegue de mercado.

Emergió puro,
abrupto por estridencia,
suave al redondeces
tierna de nostalgia,
poderosa en fácil,
recién creado diestro, como su corazón de alabastro,
yo hasta diría que a la forma de la Paula se parece
horizonte de rosa que deshoja la esperanza,
su alma de madero.

¿Vida hemos atrapado incierto, o infundido a barro,
cristalizado en flujos, o ciego de asperezas duelo?

¿Alguien los misterios sabe y risueño nos sorprende?
¿Alguien, duela, al margen del mercado que nos salva?
¿Un nuevo Quijote?
¿Un exquisito o profeta?
De mariposas, no tan solo, vive el hombre.

Y son las ESCRITURAS más inciertas.

Ah, pero el arte no padece de escribanos:
Ellas no conmueven.
¿Cómo qué, si nosotros cambiamos y sagaces?

Él, ha quedado fijo en la discordia.
¡Vamos! ¡Dónde la viste!
Espera a por el tiempo.



allá atrás, unos almaderos




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III LOS OSCUROS caminos

los oscuros caminos
(pero harto claros que aquí se ven)






3


LOS OSCUROS caminos






¿Quién puede infundir, donde allí no estaba dicha,
la forma sensorial que a la corrupta materia engaña?

¿Quién se atreve a revelar, lo que no era sombra,
y aparece cual siempre dispuesto,
como allí fulge en la incierta espera del instante?

¿La profunda y ciega dulzura de la nada?

Vemos al madero pre asumido que no dice
- calladamente cansado -
si es que dice algo:

Materia del amargo sustento,
lágrimas transformadas en dulce ganancia
para ni azorados otros que dominan.

Sobre mí,
esperanzados que no pierden,
caminan, a su cantata sin esperanza.
O hasta    no soy + que sustrato desvencijo.
Un durmiente que desechan.
Cuerpo ahíto en mariguana, y sin hambre.

Mas hoy      Hoy y presente, y yergues aquí:
ardores de agàpes nuevos.
Mírenme.
Hoy me río ciego y sonrojo terso.
Hoy bebo inconmensurable destreza humana contenida,
revela en sudor que no busca su sustento:
Hoy infunden soplo libre,
humano al fin
incorrupto al cabo.
Armado de tiempo detenido.

Como la Samaritana bailando lenguas en su pozo?

Aullido por las camas,
reflejo por los patios,
inquieto los comercios,
los ahítos bancos,
los salones secretivos,
conspiro mentes lacias, ansias desenfreno, olvidos a presente:

Traspaso y te obligo a que descifres,
al menos inquieto el desenfreno.
Anillos y perfumes a cambio de placer
que body negro y transparente media en sudor verde
si olvidas cotizar, cozaticiones por una mirada
a ver, nóminas de salarios?

¿Quién echarás prudente
y aumentar tu pasión de instante, y proveer de dispuestas
que presenten en privado?

Hoy tal vez no valga nada: sea fetiche activo que corroe,
cuán largo mi precio escaso.

Cuántas margaritas como dunas,
cuántos lirios como barrancos, o mareas
cuánto engaño y esperanza.

El precio es una forma de valor.
Una forma oculta en flujo real imaginario
en las nubes hierve y dirige sabias marionetas.

El valor: un estado definitivo de las duras relaciones.
Sombra y sueño furtivos, capturas y coágulos.
La forma y la materia de aquel como nuevo en su destino.
Siempre que tú te aquietes. Que te olvides del mercado.
Ah, olvidarme del valor.
¿Será posible?

No solo no simple dormido ex soñador,
expulsa tótem del místico al humano infierno
y podrido, y acabado, y vetusto vestigio,
sin mas forma que su natural sin valor podredumbre
presente, inconspicuo,
dormida mantis que en sueños pesadillas atrapa su captura
inservible, aun rechazo de termitas,
sujeto de derecho, ¿o no lo escuchan? de hablar insolente,
ruboriza, y creado,
muere, tiene valor,

y su hálito ya no depende
¿cuánto vale?
del cuchillo de mi hermano.



Aquí sí que sí: ALMADEROS




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IV Y a veces algo de luz

y a veces algo de  luz





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Y a veces algo de luz




Ah, si las palabras pudieran dar forma al espacio.
Ah si supieran encerrar en límites vacío
por aquello excluido fuera
para engendro de la mente seducida.
Si fueran algo más que ruiditos expirados.

Allí encontrarías al hombre.
Feministas: también la mujer: obvio,
y los niños renuentes,
y las niñas reacias,
¿los ancianos? Sí también.
Qué difícil cuando las relaciones se quiebran heredadas.
¿Con qué las reemplazamos?

Hasta la lengua queda amenaza y mustia,
como si en verdad solo fuera os digo
porque ya no me quieres, porque no se me das húmeda.
Armada de extraños conciertos la tienes y seca,
y ya no entiendes el añoro de hortensias y de grillos,
el lodo del recuerdo.

Allí captura su existencia transitoria,
para otra muerte necesaria más allá de su casual vida,
para débil tiempo instante de fuerza que no agosta,
para incognoscible serpiente que se anilla.

Pero no tú, no te hagas ilusiones.

No es la palabra madero y su talla,
ni fuera el nativo bosque lejano
o el verde del sur inclemente de lluvia:
No es la gubia, ni la lija su tormento.

Ni red que nos fuerza a no ser lo que delirios
nos impone, y nos obliga,
como cuando desatan la guerra y te pasan el arma reluciente.

¿Y qué haces?

¿El momento cifrado por los ojos?

El sudor en pólvora y lágrimas expande
su sexo derramado en colchas.
Su estirpe de tiempo que no atrapa.
El mudo ser que grita a otro humano:
o clama su silencio?:

La misma sangre, el mismo sueño o pesadilla antigua.
Ves mis nudos torturados?
¿Alguna vez, ves algo más que a ti mismo encierro?
Como si el vértigo fuera en tu torno
y aún las torcazas regresan para tu mirada.
¿No mi piel lisa de esperanza?
¿Ojos ciegos de amor, y ciegos tiempo ciego?

Pero, qué más da, lo que tú veas: una rosa desprendida de sus quarks, aquí estoy frente a ti y te redimo a interrogarte sin que a cambio te dé nada, un quark desprendido de su encanto? ¿no extraño te parece? Aquí lo que regalas, lo que recibes de esperanza, único espejo que no engaña, no marchita, no te obliga de ajeno al castillo de la espera. Casa de quarks. Esperanzado te metes en tu laberinto y sólo te huyes si adentro te quedas y sin hilos, una cola voluptuosa, un pecho desnudo, un quark de ti mismo.
                         
En madera,
como si para siempre atrapas,
como si desde nunca perdida, sin ovillo, con mapas en futuro.

De instantes más que ciertos un instante:
la esperanza, de que a veces seas hombre,
y el jardín donde corren las modelos,
el amor, que a veces seas hombre,
y la espada que protege la certeza,
la duda fe, que a veces seas hombre,

y el miedo en llamarada consumido.

Toda una vida de sudor hecha de tantas.

O Nada!

réplicas


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V Lo único DEFINITIVO

   
 

loúnicodefinitivo





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Lo único DEFINITIVO



A veces la palabra amor, el sonido del amor,
ese aroma fulgurante que desarma
puede ser suave y dulce
como un beso descubierto o entre niños,
como la mansedumbre pulida de una forma que enternece.

O hiriente y filuda como odio desatado
pues, ¿qué es el odio si no amor que no encuentra su destino?
Y clama venganza
y hierve las penas poseídas
y se arruga, y se aprieta
muestra de ogro
las vetas de su espanto
su destino de torpe y mal amado?

Espeja amor podría, callado, sin saberlo
ejercer su destino sudoroso claro
pero, el odio, el odio oculta en alto oscuro
o es parodia de sí mismo.

Ah, si pudiéramos pulir la fealdad de sus engendros
si cortando y socavando, si abriendo su vientre de podrido
dando en virutas aventadas la podredumbre de su engaño
infundiéramos la forma del perdón, del olvido
la tersura del amante, amado
la plenitud del amado, amante.

Eso me gustó, como el arco y las cuerdas y la plenitud del sonido.
Un tiempo ajeno a todo tiempo.

La forma poseída de amorosos huecos.
Fuerte en tembloroso, poderoso en transparente.
Liso de arrugas
enhiesto
veríamos surgir lo oculto
lo nuevo antiguo


un destino hacia lo alto.

Pero nada es tan simple.
Como transmitir la palabra cuando dominan
palabreros.

¿Cómo la controlada destrucción señala
la ausencia de lo que antes ya sobra
y crea donde apenas su reflejo?

¿Dónde está la clave?
¿Dónde la vida o su espejismo?

¿En la mente, el cuchillo, en el ojo, o la palabra?






¿En la mente, el cuchillo, en el ojo, o la palabra?


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VI A la conquista de la memoria

alaconquistadelamemoria





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A la conquista de la memoria






Ya no te conoce la arena fortuita en que te tuvieran hijo
ni sufre tu nostalgia, que achicoria tu fibra, el sol.
Ya estás del hierro liberado para siempre.
No rememoran tu verde infancia el viento bucanero
ni la lluvia cuando útil te trozaron.
Pero la tierra, siempre la tierra.

¿A qué nueva congoja has venido abierto
si es que a nueva te asomas sin agobio?
Ah, el mercado    el invisible de ti se acuerda
Ya trata enloquecerte.
Tu carne madera tasa equivalentes o codicia.

No puedo pensar que tú pienses y te agites.
No tiene de ángel ni la mente ni la mano.

Y si enhiestas las debidas urgirías un demonio: como él
encumbrado
en su andamiaje de futuro: enviándoles donde sequen
la deuda de su espanto.

Torturada fibra ungida, y barniz ceniza, y signa ausencia:
alguien acreció en tu estado vano de reseco,
podrido de olvido y viento, sus penas y sutiles

donde antes inclemente un perno hirió tu vientre de esclavo resignado
abren ojos de luz
de conciencia luces
sabios vacíos
extrañas formas donde la nada interesa su contorno.

Pero las sombras, ah, ésas movientes,
algo más que siluetas, las sutiles sombras.
Aunque en su contorno les elijan y devasten.
Su trabajo.

Tú, sí eres la elección, y su sostén.

Las armonías. El purgatorio. Las venganzas.

Donde una herida dio paso a otra herida más profunda.
Una huella fatigada, a una fatiga de huellas y roturas.

Ya no eres árbol de sapiencia ida,
ni ausencia aleteando por las dudas,
ni durmiente dormido como niño en su cuna de pesares.
Lo designado,
el ungido,
una suerte de Mesías.

Ya la mano pensativa de ti cuajó más que humano tiempo.
Una sombra fosforesce, azulina estrujando presente en un privado.

¿Permanecerá tu grito?
Sombra puente, y plano, y más angustia que si viva?
¿Tu dolor?
Como luces espirales entre chopos de azul ocre.

La súplica.
Un huerto, y una oliva, y un silencio que corroe.
¿Tu encuentro?
Las preguntas.

Nostalgia en las formas materiales de tus presentes ausencias:
¿Dónde te habías metido?
No estaba buscando Condesita mía.

Una vida más vivida florará sobrevivir por un tiempo
nuestras vidas de tiempo cortado.
Nuestras vidas sin jacintos.

Humanizado contorno que palpita.

Destino humano nuevo en busca y celos.
Forma que despierta. Una cruz y un monte.

Almadero que presiento.


Almadero que presiento



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VII El imperio de las formas

El Imperio de las Formas





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El imperio de las formas




No más devienes que escultura escasa,
escuálida esperanza en maniobras artesanas
como tantas otras conjunciones,
o carencia de pasado, en la remesón
de forzados acomodos,
¿acechando su momento de subasta?
sustrato talla, o más bien, devastado en viento,
cuántos otros poliedros inertes o vacíos, pulida forma,
destino de mercado: listo para el matadero?


Y si algún compromiso para no contigo tengo,
no urge tu pasado de salario y muerto,
aviso de la sangre,
una llama de tiempo que no fluye:


Los muertos no se transan en la bolsa.
¿Estás vivo?


¿Qué nos atrae de tus formas liberadas?


¿Si fuiste hecho con amor que el calor en ti se esconde y bulle?
Debajo de los rododendros una tarde de escondidas.
¿Por qué presumes saber, acaso manejas la baraja?
Ah, la guadaña que a todo trío pone en duda
y perturba, agota, acaba.


¿Fuiste de esperanza soñado que el futuro en ti ya cuaja?
Como espada de madera para otro trato?
¿O el pasado el que en ti aparece?
¿Qué es lo que en ti aparece?
¿Algo en ti aparece?


¿Hecho por la fe
que ese esperado amor concretan tus perfiles ahuecados  desastrados rotos?
¿La fe que serás vendido?
¿Cómo sustraerte?


¿Será que a tu doble muerte natural seguirá una vida de presencias y reflejos?


¿Cabe dudas ciertas y fugaces?


En tu espacio de formas que se elevan algo en ti quedó de sueño.
Algo en ti quedó de algo    Un no sé qué.


Y si así decirlo supiera:
esto sería madera y las palabras cuchillos.


Esa etérea materia y dura, atrae más y menos que la sangre.


Ah, la sangre.
Ah, la vida derramada.
Ah, del alma que beber no podemos.
Ah, de los reflejos y carencias.


Ah, si la vida sigue no atrapada, cuando atrapa.


Ah, si la vida sigue no atrapada, cuando atrapa




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VIII Ah, esta extraña vida

Ah, esta extraña vida





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Ah, esta extraña vida





No debemos cotorrear de ustedes, fibrosos desalmados.
Nada te fuerza a su imperio esquivo.
Nada nos impide callar dudoso.
Entonces, ¿Por qué no callar discretos?

¿Las hortensias en Vilches y en la infancia?
¿Qué urge el no silencio?
¿A qué dudas caviladas?
¿Como principiante que si declara
o no declara? Y llega otro y se la lleva?

Una rosa calla, y habla, y enternece.

Libremente, ¿cuán libremente? ¿lo sabes?
pero en fin, si eliges indagar ¿o fuiste forzado?
¿Poseéis aquello que no controlas? y pienso.

Al fin algo de asertivo     pero a dudar y temer
acostumbran 17.

Si en pregunta,
¿Abrigas dependiente el aura certera
mágica que informa vuestro espejo casual y tenue?
Hay algunos que se miran y no ven.
Otros miran desde adentro.
¿Cuáles son los privilegios?

Ayer puse el espejo en la jofaina
y vi al diablo,
al sutil y poderoso.

¿Si?, ¿Lo sabía todo? ¿Ya nadie lo recuerda?
Si lo vuelves a soñar, pregúntale por Paula
¿Dónde tu anillito de serpiente en acecho?

¿O tan solo metáfora en cansancio, en uso por pereza,

platónica herencia que nos forma
no menos floja,
y diestra
y hermoso lastre?

La sombra de una rosa, la sombra de una fresia, la sombra de una sombra.

¿Con cada torpe palabra que se anuda al blanco de la página,
o desmonta de su engarce provisorio
el blanco descubre en azoro su destino
de eterno hábil sueño que figuran?

Y les adorando encontró un becerro.

¿Será la sintaxis, no, el arduo construir significado,
mas fluido develar la noche eterna?

¿Tal vez el diestro ángel dicte los entuertos?
¿Un ángel conocedor de los vacíos arcanos pendencieros?
¿Y qué si el grillo ya no consuela?
¿Dónde comprarás los jacintos ahora que sólo rocas?

¿Este lápiz de formón no igual destino ejerce
sobre el ya preñado inquieto,
según el gusto de la moda en curso, de ilusorio,
no más facilitaría los dictámenes del mensajero neblinoso?

Pareciera imagen confortante – serena –
la profunda caverna de las sabias formas preexistentes.
Yo era una sombra
ahora que Paula no me mira
soy la sombra de una sombra.
¿Y acaso Paula sea el sol?

Allí estabas en mi sueño, y ahora soy el soñado:
Ay de la sombra permanente como arroyo que se quiebra.

Si los arduos artistas artesanos soñadores
compran devaluar el trabajo de sus mentes,
zombies,
y la mente de sus manos,
meros caprichos de magia develante,
¿Por qué debiera intentar renuente sacarles, un dejo,
deste su más dulce y confortante y nuestro engaño?

Ah Paula, no dejes yo de soñarte     de soñarme.

¿Qué derecho tengo, dónde mis escudos, cuál es
el que emana atractante aroma angélico?

Si el engaño placeroso nos parece deliciosa fresca realidad
más cierta y trascendente,
más Paula, más sol, más Luna,
más Venus confluencias,
prestos soñarían textos de luz
bajíos en el principio el verbo y sus tinieblas
y dispersas;
aunque estaba demorado.

Ya ven, más no tanto, mejor
al lleno de posibilidades principio y vida
que une, y desune, y fortifica,
anula,
y el sudor, siempre el sudor,
y nos vuelve y permanece,
la fuente de toda muerte viva,
y contento   o sabiduría,
y el sudario, siempre el sudario,
vida tiempo:
Y el marchito, siempre el marchito
en las sombras y emboscadas, los espejos
en lo oscuro?

No debemos cotorrear de ustedes almados maderos,
muy hace un año, tuve una ilusión.
Pero el boldo ya no florece. Y oscuro en el recuerdo.

Del certero trabajo de la mente infunde la forma esquiva
ya donde antes nada excluye, ya salvo inerte, ya través sus hábiles,
y éstas las palabras
ustedes, no, igualmente, agregan nada:

Ni cruces, ni rosas, ni griales, ni abalorios.
Pero a veces
o meros decires y signos torpes y sueños lacios, y nada triste
la nada por delante     siempre la nada por delante.

Tampoco llamarían seráfico
al cierto influjo social o de la historia destratada:
los mayores, la herencia que nos forma, deformes,
que nos rosacruces, que nos fresiarrosas,
que nos fija como huidiza sierpe entre las rosas y las tumbas.

Miren, ahí están, y qué bellos y qué vivos ¿y qué eternos?:
Puras palabras. ¿En qué otro momento somos más que menos?

Ay Paula, ¿dónde el madero que nos une?
¿Dónde el privado que nos queja?



Un mural, un almadero, y, el autor: de quien soy: un hermano




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