sábado, 5 de noviembre de 2011

VII El imperio de las formas

El Imperio de las Formas





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El imperio de las formas




No más devienes que escultura escasa,
escuálida esperanza en maniobras artesanas
como tantas otras conjunciones,
o carencia de pasado, en la remesón
de forzados acomodos,
¿acechando su momento de subasta?
sustrato talla, o más bien, devastado en viento,
cuántos otros poliedros inertes o vacíos, pulida forma,
destino de mercado: listo para el matadero?


Y si algún compromiso para no contigo tengo,
no urge tu pasado de salario y muerto,
aviso de la sangre,
una llama de tiempo que no fluye:


Los muertos no se transan en la bolsa.
¿Estás vivo?


¿Qué nos atrae de tus formas liberadas?


¿Si fuiste hecho con amor que el calor en ti se esconde y bulle?
Debajo de los rododendros una tarde de escondidas.
¿Por qué presumes saber, acaso manejas la baraja?
Ah, la guadaña que a todo trío pone en duda
y perturba, agota, acaba.


¿Fuiste de esperanza soñado que el futuro en ti ya cuaja?
Como espada de madera para otro trato?
¿O el pasado el que en ti aparece?
¿Qué es lo que en ti aparece?
¿Algo en ti aparece?


¿Hecho por la fe
que ese esperado amor concretan tus perfiles ahuecados  desastrados rotos?
¿La fe que serás vendido?
¿Cómo sustraerte?


¿Será que a tu doble muerte natural seguirá una vida de presencias y reflejos?


¿Cabe dudas ciertas y fugaces?


En tu espacio de formas que se elevan algo en ti quedó de sueño.
Algo en ti quedó de algo    Un no sé qué.


Y si así decirlo supiera:
esto sería madera y las palabras cuchillos.


Esa etérea materia y dura, atrae más y menos que la sangre.


Ah, la sangre.
Ah, la vida derramada.
Ah, del alma que beber no podemos.
Ah, de los reflejos y carencias.


Ah, si la vida sigue no atrapada, cuando atrapa.


Ah, si la vida sigue no atrapada, cuando atrapa




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