sábado, 5 de noviembre de 2011

VI A la conquista de la memoria

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A la conquista de la memoria






Ya no te conoce la arena fortuita en que te tuvieran hijo
ni sufre tu nostalgia, que achicoria tu fibra, el sol.
Ya estás del hierro liberado para siempre.
No rememoran tu verde infancia el viento bucanero
ni la lluvia cuando útil te trozaron.
Pero la tierra, siempre la tierra.

¿A qué nueva congoja has venido abierto
si es que a nueva te asomas sin agobio?
Ah, el mercado    el invisible de ti se acuerda
Ya trata enloquecerte.
Tu carne madera tasa equivalentes o codicia.

No puedo pensar que tú pienses y te agites.
No tiene de ángel ni la mente ni la mano.

Y si enhiestas las debidas urgirías un demonio: como él
encumbrado
en su andamiaje de futuro: enviándoles donde sequen
la deuda de su espanto.

Torturada fibra ungida, y barniz ceniza, y signa ausencia:
alguien acreció en tu estado vano de reseco,
podrido de olvido y viento, sus penas y sutiles

donde antes inclemente un perno hirió tu vientre de esclavo resignado
abren ojos de luz
de conciencia luces
sabios vacíos
extrañas formas donde la nada interesa su contorno.

Pero las sombras, ah, ésas movientes,
algo más que siluetas, las sutiles sombras.
Aunque en su contorno les elijan y devasten.
Su trabajo.

Tú, sí eres la elección, y su sostén.

Las armonías. El purgatorio. Las venganzas.

Donde una herida dio paso a otra herida más profunda.
Una huella fatigada, a una fatiga de huellas y roturas.

Ya no eres árbol de sapiencia ida,
ni ausencia aleteando por las dudas,
ni durmiente dormido como niño en su cuna de pesares.
Lo designado,
el ungido,
una suerte de Mesías.

Ya la mano pensativa de ti cuajó más que humano tiempo.
Una sombra fosforesce, azulina estrujando presente en un privado.

¿Permanecerá tu grito?
Sombra puente, y plano, y más angustia que si viva?
¿Tu dolor?
Como luces espirales entre chopos de azul ocre.

La súplica.
Un huerto, y una oliva, y un silencio que corroe.
¿Tu encuentro?
Las preguntas.

Nostalgia en las formas materiales de tus presentes ausencias:
¿Dónde te habías metido?
No estaba buscando Condesita mía.

Una vida más vivida florará sobrevivir por un tiempo
nuestras vidas de tiempo cortado.
Nuestras vidas sin jacintos.

Humanizado contorno que palpita.

Destino humano nuevo en busca y celos.
Forma que despierta. Una cruz y un monte.

Almadero que presiento.


Almadero que presiento



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