sábado, 5 de noviembre de 2011

IV Y a veces algo de luz

y a veces algo de  luz





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Y a veces algo de luz




Ah, si las palabras pudieran dar forma al espacio.
Ah si supieran encerrar en límites vacío
por aquello excluido fuera
para engendro de la mente seducida.
Si fueran algo más que ruiditos expirados.

Allí encontrarías al hombre.
Feministas: también la mujer: obvio,
y los niños renuentes,
y las niñas reacias,
¿los ancianos? Sí también.
Qué difícil cuando las relaciones se quiebran heredadas.
¿Con qué las reemplazamos?

Hasta la lengua queda amenaza y mustia,
como si en verdad solo fuera os digo
porque ya no me quieres, porque no se me das húmeda.
Armada de extraños conciertos la tienes y seca,
y ya no entiendes el añoro de hortensias y de grillos,
el lodo del recuerdo.

Allí captura su existencia transitoria,
para otra muerte necesaria más allá de su casual vida,
para débil tiempo instante de fuerza que no agosta,
para incognoscible serpiente que se anilla.

Pero no tú, no te hagas ilusiones.

No es la palabra madero y su talla,
ni fuera el nativo bosque lejano
o el verde del sur inclemente de lluvia:
No es la gubia, ni la lija su tormento.

Ni red que nos fuerza a no ser lo que delirios
nos impone, y nos obliga,
como cuando desatan la guerra y te pasan el arma reluciente.

¿Y qué haces?

¿El momento cifrado por los ojos?

El sudor en pólvora y lágrimas expande
su sexo derramado en colchas.
Su estirpe de tiempo que no atrapa.
El mudo ser que grita a otro humano:
o clama su silencio?:

La misma sangre, el mismo sueño o pesadilla antigua.
Ves mis nudos torturados?
¿Alguna vez, ves algo más que a ti mismo encierro?
Como si el vértigo fuera en tu torno
y aún las torcazas regresan para tu mirada.
¿No mi piel lisa de esperanza?
¿Ojos ciegos de amor, y ciegos tiempo ciego?

Pero, qué más da, lo que tú veas: una rosa desprendida de sus quarks, aquí estoy frente a ti y te redimo a interrogarte sin que a cambio te dé nada, un quark desprendido de su encanto? ¿no extraño te parece? Aquí lo que regalas, lo que recibes de esperanza, único espejo que no engaña, no marchita, no te obliga de ajeno al castillo de la espera. Casa de quarks. Esperanzado te metes en tu laberinto y sólo te huyes si adentro te quedas y sin hilos, una cola voluptuosa, un pecho desnudo, un quark de ti mismo.
                         
En madera,
como si para siempre atrapas,
como si desde nunca perdida, sin ovillo, con mapas en futuro.

De instantes más que ciertos un instante:
la esperanza, de que a veces seas hombre,
y el jardín donde corren las modelos,
el amor, que a veces seas hombre,
y la espada que protege la certeza,
la duda fe, que a veces seas hombre,

y el miedo en llamarada consumido.

Toda una vida de sudor hecha de tantas.

O Nada!

réplicas


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